viernes, 3 de febrero de 2012

Teoría del Espejo

Resplandece el sentido, respira el color ambiguo de la intención, es definitivo que los principales pilares de la idealización se derrumban a ojos infinitos con ideales precisos. Es morir en el intento, dicen los pocos eruditos del tema, como yo, mis otros yo, y mi contextualización pesimista del yo elevado a potencias incontables.
El pretexto, la condición, la constancia de las misivas irreales que se dirigen al mejor postor, con sus silencios a caudales, causantes de este juicio incorrecto de mi propia confección. Atrás quedan las estatuas de sal que representan al sol incandescente, y a la luz de mis ojos, en la sombra más oscura de mi literaria descripción del temor.
Diversificando la razón, permanezco, como lo hace un ejercicio de valores potenciales, en una suma algebraica de mandatos liberales detrás de una canción. El número que se expone es irregular y desigual, es desequilibrado, es el cerebro manipulado a través de ilógicos concursos soberanos, ya no alcanzan las palabras para destronarlo, simulador de la escuela del sendero, rapaz ave de algún cielo lejano, desmedido, cauteloso, precursor, delator, conservador del sentimiento, estúpido corazón.
Ya no lo sé, quizás antes lo supe, o quizás no, pero tengo la certeza de ya nada saber al respecto de esta pantalla, o espejo, ante mi imagen, la nuestra, la fotografía perfecta de mis seres que pierden la cabeza, al pensar que no quedan cortezas cerebrales sin desmitificar.

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