viernes, 17 de febrero de 2012

Cada mañana


Busco escribir existencialismo y me puede el corazón.
Busco derrumbar los mudos muros del cinismo y me supera la voz.

Creo que me he quedado sin apetito de obras bajas en sodio.
Pienso que se rompen los abismos de la locura y el odio.

Mírame y dime el riesgo que corro,
cómo mi mente podría explotar al ocultarse del todo.
Mírame y muéstrame cómo dejarte morir en estas noches sin piel.

Una pintura en la pared de la realidad me devuelve a mis bases astutas de nunca ceder,
y te entrego a cambio una lápida de papel.

Aquí yace la rima quemada por el placer,
aquí mueren los días cuando todo es anochecer.

Las melodías de un piano lejano me revierten
y me hacen gráfica del arrepentimiento y el deber.

Las leyes son tan sordas, es tan precario el menester.
¡Púdrete en el olvido y deja a mi alma caer!

La lógica del instante te deja en el último lugar donde te soñé,
madre de los mil mares, cruel invierno de ayer.

La luna que crece a medias me mira como sonriente,
como la ironía y el dolor que aquejabas siempre.

Me insultan las voces, mis otros autores negros,
me piden que deje pasar el tiempo,
que beba un trago más de veneno
y que inspire mis versos en algún cuerpo abstracto y certero.

Odio estos momentos ciegos,
mi ciega infancia eterna,
mi único resguardo del viento.

No podré salpicar con sangre mi obra, no podré,
no puedo jamás no pensarla,
la única herida profunda que no sana.

No podría así también olvidarla,
y tú como así como así,  humana,
olvidándote de mí, en cada puta mañana.

La extremidad, una de ellas, tiembla enfurecida con la vida,
y muere como cortando una vieja margarita.
La misma de tu recinto eterno, marcado con una cruz.

Mírame como a un bufón satírico,
mírame como un lamento clandestino,
mírame y recuérdame,
soy lo que no prometiste en mi destino.

Soy el ente más onírico en esta consecuente catarata de insistencia,
soy la trama más enmarañada en un libro para colorear,
soy la sombra que te llama,

soy el fruto de tu desgracia más extrema y aún así nada,
y aún así solo hierbas que crecen alrededor de tu parcela,
esperando convertirse en hiedra, esperando deglutir la tierra
y encaminarse a tu regazo hecho polvo, hueso y piedra…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios