martes, 7 de febrero de 2012

Asesinato de letras


 

Oscuro demonio de las celdas cerradas, del pasar de los años, de la cara bonita que exporta honorarios al más allá de los temores. Pasividad absoluta, derrite mis pasos sobre la escultura impoluta y las buenas costumbres por las rutas del placer. Astutas.

Y vienen todas juntas, por una dosis más del espejo y las frutas, por una línea más, más blanca, más pura.

Delimito en renglones mi paciencia rotunda, en la emblemática maniobra de la luna. De caer estupefacta ante la hambruna social, la cordura. Históricos monumentos a la puta más confusa, a la ciencia exacta del saber, y la tos convulsa. Evidentemente paga más una promesa que un hierro caliente en la columna.

Las revistas marcan la tendencia empobrecida de esta mente amarillista, esta que observo, que rememora mis pecados infalibles de creer. Crecer conlleva renunciar al mandato tortuoso de la oda simpática y lujuriosa, para caer en la cuenta de lo grandioso del humor amargo, negro, súbdito del filósofo y sus flores.

Devoto del banquete subliminal. Primero el brazo, luego la cabeza, y posteriormente el hígado encebollado, con panceta.

El cuerpo yace devorado a medias, pidiendo a gritos una servilleta. Cadáver exquisito de la poética.

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