Mueren los pasos andados,
todos los esclavos de la reforma
se vuelven altruistas de la derrota.
Desde aquí miro caer las caras sobre el suelo
y romperse.
El día es gris, pero adentro todo es negro,
el placer del tiempo se ha vuelto contra mí.
Los ojos observaron desde las alturas
y me perdí entre la niebla,
minutos antes de la lluvia.
Le pedí a las canciones un poco más de melodía,
en la soledad de la constancia.
Aquí todo ha cambiado de perspectiva
y la melancolía se siente olvidada.
La memoria aquieta los sentidos,
y ella está allí sentada,
como esperando un cumplido
que la levante hacia el alba.
Anda y yace quieta,
camina como sin calma,
se muda de ropa
y se cambia de casa,
quizás hasta la más oscura estructura
pueda recobrarle la espalda.
Ya no se mueve,
y mira como esperando a la parca.
Suda, absurda y malinterpretada.
Esta mañana ha leído que le quedan pocas horas
en el jardín de las rosas blancas.
Desmembrada del instinto,
corre a buscar un poco de agua,
para no morir sonriente,
para acostumbrarse a las odas desanimadas.
Pulcra y suave,
desciende al infierno
del campo salvaje,
con el lenguaje abstracto,
con un recurso literario tan precario
como la metáfora del cielo,
con el sol de por medio, en un atardecer nublado.
Amó en otras vidas,
y en alguna seguro ha tomado vino
y ha reído de alguna película,
pero en la actualidad se asombra,
las cortinas dejan pasar un poco de luz
sobre su alfombra, donde acostada,
escuchando a las musas de algún continente lejano.
Ha desprendido su blusa
y se ha cortado las manos,
mira al vacío y sigue llorando
a carcajadas limpias su pesar helado.
Pasaron horas hasta que algún pájaro
se asomara por la ventana
y piara en su llamado,
pero nada la despertó, ni el grito más humano.
Ella supuso que era tiempo de un abrazo
que no consiguió del portarretratos.
Maldita y entumecida por las pastillas de color blanco,
fumó en su sola despedida,
y escribió en el techo del baño
que las hormigas tomaran todo lo necesario
para guarecerse del fuego,
para no morir con ella en verano.
Pudo todo y no pudo manejarlo,
se asemejó a la virtuosa figura del poeta magno,
de la mano del misterio,
mi poesía pudo haberse salvado,
pero murió destrozada
por el artilugio humano
de la lengua al mando.