Le quedan pocas horas a este
éxtasis sin sentido de esperar algo que será nada. Le quedan minutos, quizás
segundos, a esta especie de duelo entre la posibilidad y la insistencia negada.
Podría decir que se acerca la aurora que opacará estas indescifrables
madrugadas en las que proyecto mi mirada. Le queda nada, casi, a esta cruda
incongruencia en la que me hube algún día de parar.
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