sábado, 12 de enero de 2013

Olvido



Fumo, advierto el peligro, disfruto. Pero luego muero, como muere un lunes a la mañana cada recuerdo. Duermo poco, escribo mucho. Estoy, escucho, leo, resisto, me resigno, pierdo, y escribo otro poco más. Me miran mis reflejos, se ríen al pasar, yo contesto con una mueca ardiente, mostrando un poco los dientes, con tono de maldad. Me miran las sombras pero me ignoran, caminan a mi lado, mientras sentadas mis sobras, sobre el cuaderno articulado. Bebo, aconsejo a la nada sobre hacerse respetar y desvanezco, luego todo vuelve a la normalidad y me alejo de a poco de esa realidad emergente de mis letras transparentes. La música suena como un deleite atroz, como una evidencia de lo poco que converso con el silencio, de lo mucho que le apetezco a la muerte musa que lame mis pestañas con el cansancio y la estructura. Sonrío, rimo hueso con resto y me asemejo al texto que pretende ensimismarse como rosa del desierto. Revivo con cada verso, me relamo de la astucia, me condeno al juego eterno de crear una musa cuando no encuentro un sentimiento. Sí, soy un eslabón más de aquel viejo cuento, de aquella analogía que explicaba el placer del tiempo, las arrugas, las caricias y todo aquello que no tengo. Sueño, amor, yo sueño, la fantasía es gratis, el placer no tiene precio, pienso en ojos que no ven y en besos paralelos, pienso en aquello que no sé si quiero, pero deseo, tanto deseo el rincón obtuso del ajetreo, el sentimentalismo, el rosa flúor de un mal concepto. El sonido se caracteriza con un sollozo interminable de notas y de empleos, de cuotas y de ceniceros donde no fumo, ni bebo, ni escribo, ni intento, sólo observo, porque puedo, solo puedo porque quiero. De querer, he perdido el cielo, he perdido el infierno y también ese limbo pretencioso de los libros mentirosos, el puto cuento. Pierdo, a cada paso, el verso, el texto, el nexo, el contexto, la luz, la oscuridad, el misterio, pierdo, pero gano algo que no tiene retorno y no me quejo, la demencia absoluta de escribir lo que no tiene nombre ni significado: El olvido condenado.

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