Van las luces de algún día
irrumpiendo en la desidia de una noche que ilumina el camino único y sin
salida. Llueve el tiempo en las esquinas, en el crudo centro de la ruina, en la
cordura que se escapa detrás de la seca poesía. Pero cae nieve en el ocaso, en
los ojos del temor, en la muerta y negra espina que se clava en el talón. Diez
son los espacios, catorce los pasos y trece rayos de sol en un ejercicio matemático
opaco que da como resultado una imprecisión. Pero tiene el cuento una mentira
por la hipocresía del autor, tiene el verso una sonrisa, tienen las letras un
error. Sumando el resultado con las líneas, el sentido adquiere verdades que
detrás la dulce rima, esconde bases argumentales: 43, el balcón.
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