viernes, 11 de enero de 2013

Oda al reflejo



Tú eres del olvido,
flor de fuego,
y mi testigo.
Tú te burlas de este frío,
eres un sol escondido.
Tú eres la tristeza
y la alegría con estilo.
Tú eres del olvido,
eres tiempo y eres tierra,
y eres del color del trigo.
Tú sumas mis restas,
tú te cubres con exilio,
tú te acuestas en la mesa
cuando el día tiene apetito.
Tú te corres de mi lado,
tú esculpes un soneto
que parece ser mi reto,
pero aún no he terminado.
Tú eres del olvido
un relato casi perdido,
pero casi que te encuentro
y aún no puedo leerte.
Tú eres la mala suerte,
la inconstancia, la tardanza,
eres prácticamente la ausencia
y alguna que otra palabra
lejos de mi arrogancia.
Tú eres el olvido,
el cristal que se hace añicos
con el golpe del silencio,
opacado por los gritos.
Tú qué sabes de mis cuentos,
tú no entiendes pero asientes,
tú te comes la cordura
y vomitas inconscientes.
Tú eres el olvido
y eres la rama más fuerte
de este árbol que llamo arte,
de esta ciencia blanda que duele.
Tú, porque no hay nadie más aquí,
tú te compones de excedentes,
tú sabes muy bien mi nombre
y yo el tuyo y eso hiere.
Tú eres el olvido,
mi reflejo transparente,
el agua que bebo embriagándome,
el espejo que todo lo quiere.

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