Toma una
porción de mi tiempo,
regodéate
en el silencio,
y llévate
mi vida luego,
hasta que
sacies tu epicentro
de un ego
que me sobra y que te presto.
Anda, corre
a contarle al mundo que yo he muerto,
que ha
nacido de mí la ironía
de una
hipocresía en forma de morbo,
en el trono
de la arrogancia
que nunca
le falta a mi antojo.
Sé que
buscabas mi corazón o mi alma,
sé que
esperabas calor
y no esta
pradera helada
que congela
tus latidos, amor.
Pero esto
soy,
y te lo
entrego en un cofre marrón.
Ve, diles
que te amo,
que me
sobran las palabras
y que a
veces me falta la voz
para
gritarle al infierno maldito
que tú
posees mi perversa pasión.
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