Te pesan
las manos,
animal de
trapo
que creo
con mis ojos,
te sobran
los años,
y te
arrugan la frente
tus
costuras de lado.
Te buscan,
llamando.
Te llaman
cuando caigo
y vuelas
como ave
y algo
extraño,
al ocaso
transparente,
de tu
rincón helado.
Me alcanzan
pocas estrofas
para
arruinarte el pasado,
para
saberte en las sobras,
husmeando
los costados.
Y ansiosos
los lobos,
hoy tus
sueños devorando.
Se te cae
el cabello,
te pareces
al lago
mojando
desconciertos
y al
furioso amanecer de los tormentos.
Se te cae
el cabello
y te sobran
los ancestros.
Cada seis
versos te apago,
te revivo
luego
y te vas acostumbrando.
Locura de
fallos, ya ves,
revisión
obsecuente
de un
lejano escándalo.
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