lunes, 10 de septiembre de 2012

Corazón ausente



A la luz del umbral,
al paso lento de un animal de leyes,
al costado del sol,
el mensaje subliminal.
Tu corazón.

Tu vida inmensa,
tus pacientes respuestas,
tu insistencia quieta,
y de mis latidos tu canción.
Amor, con voz propia de un temor,
amor que acosas las mañanas,
por ti el calor.

Pocos son los manifiestos
en tu nombre superpuesto
con el llamado artilugio del color.
Tu nombre, amor,
que todo lo imagina,
tu nombre y en la esquina
mi instinto cazador.

Voy, de a poco,
a gatas casi,
a darte el regalo de mi muerte,
con la sangre poseedora de tu perdón. 

Amor, que la luna no se apague a tus pies,
que sigan las estrellas titilando por tu piel,
amor de un solo cuerpo
y con alma de papel.

Te escribo mil historias
indignas de tu parecer,
te recito musa alegre
y te destrozo cuando no lo ves,
amor que mi prosa alcanza con tus besos
el glorioso anochecer del tiempo.

Amor no tengo dinero,
no tengo joyas ni anhelos,
pero muero, mientras vivo.
Te pretendo.

A la carga los versos, las rimas,
cada intento,
te busco entre mis sueños
sin poder decirte que este cielo brilla
con tu sudor complementario
cuando me amas.

Amor, así, sin artimañas,
sin armas que surquen
los confines de tu esperanza,
así desde la simpleza,
¿acaso con esto te basta?

Amor, no digas  nunca,
ni jamás,
ni un condicional de mañana,
di que hoy serás la letra amada. 

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