A la luz
del umbral,
al paso
lento de un animal de leyes,
al costado
del sol,
el mensaje
subliminal.
Tu corazón.
Tu vida
inmensa,
tus
pacientes respuestas,
tu
insistencia quieta,
y de mis
latidos tu canción.
Amor, con
voz propia de un temor,
amor que
acosas las mañanas,
por ti el
calor.
Pocos son
los manifiestos
en tu
nombre superpuesto
con el
llamado artilugio del color.
Tu nombre,
amor,
que todo lo
imagina,
tu nombre y
en la esquina
mi instinto
cazador.
Voy, de a
poco,
a gatas
casi,
a darte el
regalo de mi muerte,
con la
sangre poseedora de tu perdón.
Amor, que
la luna no se apague a tus pies,
que sigan
las estrellas titilando por tu piel,
amor de un
solo cuerpo
y con alma
de papel.
Te escribo
mil historias
indignas de
tu parecer,
te recito
musa alegre
y te
destrozo cuando no lo ves,
amor que mi
prosa alcanza con tus besos
el glorioso
anochecer del tiempo.
Amor no
tengo dinero,
no tengo
joyas ni anhelos,
pero muero,
mientras vivo.
Te
pretendo.
A la carga
los versos, las rimas,
cada
intento,
te busco
entre mis sueños
sin poder
decirte que este cielo brilla
con tu
sudor complementario
cuando me
amas.
Amor, así,
sin artimañas,
sin armas
que surquen
los
confines de tu esperanza,
así desde
la simpleza,
¿acaso con
esto te basta?
Amor, no
digas nunca,
ni jamás,
ni un
condicional de mañana,
di que hoy
serás la letra amada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios