domingo, 9 de septiembre de 2012

Múltiple Yo



La parte más oscura de la clara sombra incinerada.
Tus ojos.
La cara hostil desarma sangrantes estrellas acumuladas.
Mis manos.
La eternidad se concentra en la última línea blanca,
en la mesa de vidrio, en la casa dorada.
Tu boca.

La costumbre se hace agua en el placer de los tiempos,
en la mirada lasciva que subyace detrás del viento.
Mi reflejo.
Y la miel del mal
que intoxica las rosas crudas de aquel invierno.
Invierno, infierno.
Tu espejo.

La maldición hecha carne,
y hecha tierra y malos conceptos,
y mi voz.
Te llaman los astros, se retuerce el velo,
te comen los pies los recuerdos,
y te imita el mar, con olas de fuego.

Mi especie.
Nosotros, o sea yo,
te limitamos el cuerpo, te hacemos trizas, mi cielo,
te devoramos el cerebro o corazón
o el dedo índice de la discordia,
amor.

Y tu grito mudo
y tu ciego mundo
y tu laguna esbelta
que se opone a la nuestra.

Yo.
No tengo armas,
tengo letra, tengo rima, tengo esencia,
tengo muerte que la vida deja
y tengo un remedio para tus quejas.

Nosotros,
el único nudo de la soga tiesa
que te corta el cuello
y te devuelve con la piel ilesa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios