lunes, 10 de septiembre de 2012

Muere el nombre



Más no pediría,
elocuencia mortificadora mía.
Más no podría,
imposición de impedimentos que me complica.
No.
Digo que me quedan dos carillas
en la exigencia de un texto desertor.
Vete, entonces,
y no me llames a la paz,
no me pidas que me enfoque en la incrédula realidad.
Río frente a ti,
me pican las manos, se me escapan los pies,
te pido un aumento de silencio,
pero solo puedes nunca responder.
Reflejo roto,
venideras primaveras vacías de flores llenas.
Amigo, espectro, desilusión de ejemplos.
Te cantaré una canción desde el infierno.
Adiós,
lunática existencia,
le digo al lago que me bese,
como un mito que no tiene dueño,
y me refresco en mi propia esencia,
me aman mis palabras
y así pasan los días de duelo,
cuando muere el nombre
y nace un verso.

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