jueves, 31 de mayo de 2012

La noche


Qué triste la noche,
qué soledad en derroche sin los ojos que iluminan,
sin el cuento anticipando
la falla de las pesadillas.

Qué negra la noche,
qué alejada y simple,
cuán llena de melancolía.

Un recuerdo invade esta memoria despiadada,
indescifrable, empedernida.
Un recuerdo que se parte en mitades
nunca correspondidas.

Qué cruel noche,
qué desidia.
La ira brota por los pulmones vegetales
del suspiro egoísta.

Tenebrosa y lúgubre epifanía,
me cubre de infancia,
de filtraciones accionadas por el escudo
de la consciencia blanda, amarilla.

Qué ilusorio sentimiento,
cuánta prisa corre por la pausa del artista,
en lágrimas terrestres,
en un sensorial viaje a las rimas.

Que me queme el fuego interno,
quiero morir de risa,
quiero descender al suelo
de las marionetas y los malabaristas.

Que me queme el fuego,
que me derrita,
que me invada el sol del mediodía.

Qué noche inmensa,
cuánta agonía.
Supuro insistencia,
sudo perfidia.

Qué noche inmensa,
qué grandeza la de esa luna llena,
casi escondida.

Uno las letras,
como un molde con plastilina,
las armo inquietas,
las deshago mías.

Cuánta asonancia, qué vida mía,
cuánta sospecha bajo la poesía,
y detrás de ella,
en la prosa mórbida y corrompida.

Mi narración nace aturdida,
pinto de azul el cielo celeste que ardía,
que me lleve el viento,
que me sane las heridas.

Qué noche fuerte, qué débil mi día,
nunca en el centro, siempre la esquina.
¿Qué fue de mí?
¿Qué ha sido de la acabada melodía?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios