martes, 15 de mayo de 2012

Pocas

Una voz dice a la otra
que la vida es una pelota,
que gira y gira, no importa.
Que la vida es una y explota,
que llena de agua se va.
Que nada con el viento en contra,
que todo sabe irritar.

Una voz y otra, son pocas,
son el eco de la verdad.
Una grave de aguda muy poco,
una aguda gravemente elemental.
Una voz contempla a la otra,
con ojos despojados de hablar.

Superan, entre las dos,
la voz del silencio animal,
que no sabe de voces tan pocas,
pero sabe de un manantial,
donde la vida sí es corta,
aunque llena de inmensidad.

Nota, la una sin la otra,
entre ambas, cierta ambigüedad,
cierto paralelismo que se nota,
sin tratar de ir más allá.

Pronto calla la que esbozó primero,
la del discurso falaz,
la que sonaba en lo alto,
esa,
se suicida una vez más.

Su interlocutora, segunda,
llora callando el ruido aún más.
Llora rodando, como una pelota,
hasta ya no girar más.

La voz del silencio comenta
de la vida su particularidad,
tan frágil como egoísta,
tan amplia como el satisfecho manantial
(pintado de rojo y de voces,
de dos voces nomás).

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