Triste luna, me mira desde las alturas,
sofocada por la incomprensión de una estrella,
salpicada de sudor,
melancólica y sin alas,
estupefacta por mi figura altisonante
que le contesta su mirada con un guiño mal intencionado.
La acompaña un violín,
metáfora del ritmo.
Ayer morí, hoy la pretendo,
desde abajo,
contemplando el sueño.
Despavorida corre,
ruborizada por mi insistencia de visión nocturna
en la décima estrofa escrita.
Vuelan las hojas del otoño,
me asombra la cualidad representativa
de una alegoría rota en partes.
Luna que cae,
cae tan arriba como se eleva mi letra
a la vuelta del parecer absolutista que la venera.
sofocada por la incomprensión de una estrella,
salpicada de sudor,
melancólica y sin alas,
estupefacta por mi figura altisonante
que le contesta su mirada con un guiño mal intencionado.
La acompaña un violín,
metáfora del ritmo.
Ayer morí, hoy la pretendo,
desde abajo,
contemplando el sueño.
Despavorida corre,
ruborizada por mi insistencia de visión nocturna
en la décima estrofa escrita.
Vuelan las hojas del otoño,
me asombra la cualidad representativa
de una alegoría rota en partes.
Luna que cae,
cae tan arriba como se eleva mi letra
a la vuelta del parecer absolutista que la venera.
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