martes, 15 de mayo de 2012

Filos-trofía

Cuando la suma inicial fue basada en un silogismo, la consciencia arremete contra el ejemplo pérfido de la experiencia. Una inteligencia que se ve opacada por la insistencia de un nuevo amanecer por la ventana desnuda de cortinas y oxidada de rejas corrompidas.

Una melodía calcula en sus rítmicas estrofas un estribillo que la destroza, que la hace incompetente al momento de las prosas. Por eso la poesía, lejos de la muerte, habla de la ironía cruel de la vida.

Buscan los ojos alguna figura preferida, para posarse en el absolutismo abstracto de la desidia. Pronto los barcos nadan en complejidades llenas de olas superpuestas. Lleno de nada el vaso que no cuesta, la noche que no duerme, la sustancia que no intoxica las venas celestes.

Más abajo, cuando todo duele, lloran las rosas en pétalos salados y en metáforas de horas. En el blanco justo, cuando el disparo demora. Antes de morir desmembradas por una fantasía rota.

Un libro abierto retorna al principio, amando fielmente al prólogo nunca escrito, y miro. Derrito frente a mí a las primeras hojas del maldito y las mastico, tratando de descifrar el código del delito fundamental de mis escritos sombríos.

Todo lo filosófico se desvanece al ritmo cardíaco comprometido por un gramo más de sal. Y te vas. Escupiendo entre palabras algún verso perdido, alguna melodía llana.
Te vas.

Tus ojos se pasean por el pasillo de la cocina mientras espero, bajo la mesa, algún resultado conciso, que desmitifique la muerte o que me lleve consigo hacia la eternidad inminente de un sujeto sin predicado definido.

Una sirena suena de fondo en este abrir y cerrar de cajones que sólo sirven de fondo, que sólo insultan al ego con un trozo de espejo roto. Y te vas, bajas las escaleras de la razón y te posas en la existencia sin ser. Cuando todo es. Cuando nunca experimentaste perder.

Y me pierdo entre los despojos, mientras la canción canta de todo y nunca de la nada que se asemeja a este ritual escabroso. Esta melancolía muerta, esta poesía dividida por emblemas, esta insignia en mi frente, esta costumbre de perderme. Este eco incomprensible de verte escapando entre mis rimas pasajeras.

Y te vas, aunque te quedas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios