jueves, 21 de junio de 2012

Demanda

Dame el espacio que se quedó contigo en el trayecto.
Dame el silencio del grito extremo
al que se ha sometido mi ingenio.
Dame el ruido y el cenicero.

Caminas por las paredes,
estatua de acero,
y te sumes bajo el estigma antinómico de la derrota.
Dame la sangre gota a gota.

Dame la certeza perdida en la guillotina,
Y, en conserva, la cabeza.
Dame el temor que la venganza merezca
y cada pizca de sal,
para endulzar esta miseria.

Dame un minuto,
que horas te sobran enteras,
y dame la rima,
para que esto se asemeje a un poema.

Sabías, cuando nada supe,
de la cornisa pisada y derrumbada por la insistencia,
ahora sabes nada y todo lo que supe, eso mismo,
se ha convertido en la cuestión.

Dame la luna,
y terminemos con esto del sol.
Vamos, amor de nada,
una estrella cuesta menos que el alba.

Dame la cara,
la rota esfera,
la espera inmunda,
la sobredosis imparcial.

Dame el laberinto
y la respuesta a mi pasión.
Dame la cárcel
y el regocijo de perder.

Te ubicas en el estrato más alto
del parecer absolutista,
te colmas de fuertes cánones situacionales,
y vas de lado a lado.
Dame la dirección.

Vuelve al comienzo,
cruel detonador,
y dame la explosión final
para esta terca composición.

Yo te doy,
a cambio,
el misterio de la interpretación.

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