Lejano violín,
el humo puede con tu voz calmarse,
mientras el incendio adormece todo a mi alcance.
El fuego suspende en el aire mis movimientos.
Suenas como haciendo alarde de tus sentimientos
y yo espero, en la partitura eterna, el frío
reconocimiento.
Llueves y lloras notas tan decentes, como indecentes
mis obras.
Lejano violín, aumentas la capacidad del tiempo
bajo tus cuerdas de interno en el instituto
neuropsiquiátrico apostado en mi infierno.
Puedes matarme, ahorcarme con tu melancólico
sufrimiento
y dejarme a la vera del camino,
vomitando la sangre melódica de tu canto sincero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios