No, no vendrás.
¿Acaso alguna vez lo hiciste?
Una mariposa se ha posado en la tumba, sin temor.
Me ha sonreído la noche, me ha sacudido como un
temblor,
en un sísmico ritmo adormecedor.
¿Has venido a despertarme, alma mía?
¿Has venido a despedirte de mis huesos?
El consultorio ha cerrado sus puertas
y mi sangre se mantiene congelada para tu regreso;
podrás beberla sin pedírmelo,
podrás besar mi frente
y conservar mis ojos en un frasco.
Podrás regresar cuando quieras,
te estaré esperando.
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