Blanco estruendo,
estornudo la perplejidad de mis instintos
y descubro el sabor prohibido del insultante hastío.
Corroe mis venas el veneno preferido de mis arterias
benevolentes,
mi corazón purifica sus artilugios,
mis dientes se ablandan al sonido del exabrupto.
Pertenezco al rincón de las malas letras,
al poema oculto, al arte oscuro de la esencia,
a la correspondencia del dulce averno contemplador de
sueños.
Yo te avisé de mi inestabilidad,
yo te lo anticipé reflejo roto,
yo…
sangrando palabras mientras baja el telón,
subiendo hasta el firmamento,
fornicando con la composición.
Yo te advertí de mis frustraciones,
yo te invité al funeral de mi cordura,
yo…
Soplando la arena de mis manos,
respirando el olor a formol
y deshaciéndome nuevamente en nubes de algodón.
Rojo llanto,
escupo la moralidad de mis acciones,
y escondo el sabor permitido del exultante vacío.
Perdón.
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