Mientras me dirijo a tu lado, pienso si aún sientes mi presencia, si la distancia cruel del tiempo de alguna forma nos encuentra, si en la profundidad me escuchas. He traído flores, tus flores, las huelo y revivo algunos momentos, pero no me completan.
Creo que el hablar con una lápida no remedia tu ausencia., que ni el hecho de venir hasta este lugar representa algo para ti. Entonces solo observo tu nombre grabado en bronce, miro, y solo veo una piedra, tierra, flores secas y siento no venir más seguido, pero es que me duele sentir que no es a ti a quien visito. Creo que este ritual no es meritorio, es una crónica, es el intento de acercarme a ti mientras me voy alejando.
Hay mucho sol…pero, ¿Sabes? Siento frío. ¿Es esto vida…a quién busco? Si acá está la prueba de que no existes… ¿A quién le escribo?.... Y sigo respirando, sé que al volver no seré, nunca soy…solo pretendo vivir, es imposible superarte, es que…lo complejo de esta vida es aceptar que quien muere no vuelve.
Ausente, tanto como tú en el silencio, ese silencio que intento recrear, pretendiendo escuchar tus palabras de aliento, pero cansada ya de hablar a la nada, de conversar sin feedback, sin la sensación siquiera de pertenecer al mundo.
Cansada de no tenerte, de pretender quererte… ¿Cómo querer a la nada? Porque eres nada y aún así lo eres todo, eres la maldita brisa de las mañanas, la luna de mis noches…y todo aquello que por ser tuyo lo odio, porque odio tu presencia abstracta…la luna no habla, la brisa no abraza, el sol no canta y las estrellas… es que las estrellas sin ti ya no brillan. Has convertido mi mundo en cenizas, has transformado mi corazón en espinas, has vuelto mi ser un fantasma en la risa desvalida… has sido y sigues siendo la lógica que quema instintos, y pienso en el fuego…en el oxígeno que no pretendes y me ahogo… porque solo había venido a decir adiós...Pero no lo consigo.
(Cecilia M. Macaroff B. 32628776/N)
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