jueves, 12 de julio de 2012

Ficción - Primer Acto


A - Era una simple corrección.

B - ¿Tenés que esconderte cada vez que te llaman al frente?

A - Simplemente escribo palabras vagas que viajan a cabezas extrañas y se sientan a conversar con las sustancias más deliciosas de la oscuridad humana. Ese espacio tan placentero y privado como es el de la imaginación. Pero es todo progresivo.

B - Dejá de dar pasos al costado, es importante que te vean suplicar por un poco de atención. Las decisiones son, finalmente, de quien esté más arriba en la pirámide.

A - ¿Pero no te parece poco equitativo? Me refiero a que te vas acomodando a las circunstancias y al final es algo que escapa de tus manos. Decime, ¿no te parece un poco al pedo?

B - Mirá, para acomplejarse hay tantas cosas, que ya ni pienso. Porque sabés muy bien que pensar se sobrevalora demasiado, claro, desde el punto de vista estrictamente literario.

A - No me parece, creo que te extralimitás, y evitás el paso libre de la consecuencia de los actos.

B - ¿Pero de qué actos me hablás?

A - ¿Qué, no te dice algo el piso de madera, acaso?

B - Sí, pero ¿dónde se supone que las consecuencias tomen lugar? ¿Detrás del telón?

A - No, mirá, esto es simple, aunque complejo, pero simple al fin. Correte, fijate dónde estaban tus pies.

(B mira hacia abajo y cae al suelo)

A - ¿Ves? Es importante ubicarse en un espacio definido, de lo contrario te pasa lo que te pasó.

B - Entiendo tu idea, pero.

A - Pero nada, las ideas son porque crean y esa creación te da el poder de decidir y de, finalmente, acomodar esa pirámide a manera de círculo. Así no te caga nadie, salvo las palomas. Bueno, basta de charla, ponete el chaleco antibalas y salí, que nadie está al tanto de estas operaciones fuera de terreno.

B - Piso de madera… pff.  

1 comentario:

Comentarios